11 abr 2013

6. Mi Unica Razón






El día que tuve mi primera necesidad los calores empezaron con el sol todavía alto, cuando estaba sola en esa casa, atada de manos y tobillos a los postes de la cama. Desnuda y ardiendo, sintiendo un dolor insoportable, el peor que hubiera sentido en la vida, incluso peor que sus vejaciones y violaciones, peor que sus incursiones a mi mente, cuando me arrebataba de la más mínima coherencia o pensamiento propio, dejándome como un despojo sin vida...

Al anochecer, en cuanto él entró en la casa, sintió el azote de mi deseo, de mi cuerpo llamando al cuerpo de un macho para calmar ese incesante dolor... Su carcajada atronadora se oyó, rebotando por las mugrientas paredes, hasta la puerta abierta de mi estancia. Todos mis conocimientos al respecto de la necesidad de una hembra eran que tan sólo se calmaba el dolor si un macho vertía su semilla en su interior durante el proceso. Cuántas veces había él hecho eso sin mi permiso? Cuántas veces había tomado mi cuerpo mientras yo luchaba y pataleaba...? Y esa noche, esa noche tan sólo se quedó en el vano de la puerta, mostrándome sus asquerosos dientes en una sonrisa triunfal. Ni siquiera se acercó a mí, sabía que no habría luchado, no ese día... y por eso no valía el sacrificio que iba a hacer tomando algo que no pudiera robar o arrebatar... Mi cuerpo seguía atado con los cuatro miembros separados, y ni siquiera el instinto de protegerme del dolor en posición fetal me era permitido... No había redención para mí hasta que suplicara... Mis lágrimas ardían rodando por mis mejillas... esa noche no invadió mi mente, no me robó la conciencia... me mantuvo despierta hasta que mi cuerpo gritó por mí, gritó y pidió que me tomara, gritó para que cesara ese lacerante dolor... Él se acercó triunfante hacia mí, andando despacio como una comadreja, y ni siquiera usó su fuerza y sus poderes para doblegarme... simplemente reía y disfrutaba, reía al sentir y oler mi dolor y mi vergüenza por lo que yo misma estaba consintiendo en ese momento... Cuando la fiebre de la necesidad fue tan alta que perdí el conocimiento, entonces sí se encargó de entrar en mi mente y despertarme de nuevo, devolverme a la realidad y hacerme partícipe hasta el último instante de todas y cada una de las horas que duró el celo. Su cuerpo se vaciaba en mí, triunfante, una y otra vez... y fui consciente, cuando todo terminó, de que algo había cambiado en mí...

Las siguientes noches intenté ocultárselo, lo escondí en lo más remoto de mi mente. Sólo me permitía ser consciente de ello de día, cuando atada y sola en esa asquerosa cama me aventuraba a hablar con ella... Ella era muy pequeña en mi interior, pero la sentía aferrarse a mí con todas sus fuerzas. Estaba tan desvalida y era tan inocente de los males que acechaban este mundo! De los males como su padre, que robaban sueños, almas y vidas sin más sentido que el placer de hacer sufrir, hasta el punto de robarte incluso ese sufrimiento de modo que ni siquiera lo sientes como tuyo...

Los días pasaron uno tras otro, iguales al anterior. Con miedo y esperanza, ya no para mí, sino por ella... debía de haber alguna esperanza para ella... Rezaba a la virgen escriba para que no permitiera que un ser inocente y nonato sufriera dolor alguno a manos de ese diabólico ser...

De noche, recurría a todas mis fuerzas para distraerlo, a toda mi rabia para luchar con él, como a él le gustaba, para que me tomara pensando tan sólo en su triunfo, luchando conmigo misma para mantener ese secreto apartado, relegado al fondo de mi mente e intentando que mi corazón desbocado no me delatara...

Pero un día acudió a la mansión antes del anochecer, y me sorprendió hablando en voz alta, me sorprendió infundiéndole ánimos a mi pequeña para que no se rindiese. Prometiéndole que no dejaría que la descubrieran, que no permitiría que jamás le hiciera ningún daño, que si lo hacía, yo misma acabaría nuestra vida por las dos.... Fue la primera vez que vi sorpresa en su rostro. Yo estaba paralizada por el miedo, por la torpeza de haberla puesto a ella en peligro... Pero él se quedó sentado al pie de la cama, sacó un cuchillo y empezó a jugar con él pasándoselo nervioso de una mano a la otra. Sé que leía mis pensamientos, pero no me estaba doblegando, simplemente me escuchaba. Escuchaba en silencio lo que pasaba por mi mente, mis latidos y los de su misma sangre creciendo en mi interior... Mi cuerpo no dejaba de sudar, no entendía su reacción y temía que acabara con todo en un instante con ese cuchillo... Creo que pasaron horas hasta que se oyeron unas voces y el ruido de una puerta al derrumbarse. Desató con nerviosismo mis cadenas y me llevó consigo por los corredores. Cuando un macho enorme apareció frente a nosotros, él puso la hoja de su cuchillo en mi cuello y gritó que yo era suya... que no iban a robarle a su princesa... entonces se oyó el sonido agudo de una bala atravesar el aire y todo terminó en un instante: el agarre, el cuchillo cayó al suelo y mis piernas se convirtieron en mantequilla. De verdad habían venido a salvarnos...? Durante un segundo mis ojos se cruzaron con los de Tohrment antes de desmayarme. Miré hacia donde había venido el disparo y unos preciosos ojos azul oscuro me miraban temerosos aunque con determinación. Bajó el arma sin que le temblara el pulso, y ese azul intenso fue lo último que vi antes de perder el sentido.

Esa noche cuando desperté en el carruaje luché con todas mis fuerzas para desaparecer... ellos no eran malos, vinieron a por nosotras, aunque ya era demasiado tarde para mi salvación....

23 mar 2012

5. Buscándote...






Aparto de un manotazo las sábanas empapadas de sudor e intento recobrar la respiración aspirando grandes bocanadas del aire viciado de mi cuarto. Hace días que no salgo ni permito a ningún doggen entrar; me importa una puta mierda que hagan cola a mi puerta, desesperados por limpiar... pongo una mano sobre mi pecho y el tacto bajo mis dedos me recuerda a una jaula recubierta de piel. Joder! He empezado a alimentarme y a hacer gimnasia con regularidad, pero sigo siendo un puto saco de huesos. Si no hubiese disparado al cigarro de mi hermano V, ni siquiera me habrían permitido salir a las calles; nunca, desde que Darius me cogió bajo su ala y se convirtió en mi whard, he tenido que probar mi valía. Soy el miembro más viejo de la hermandad, más que el propio rey ciego, y aún así... mi rey, mis hermanos, ya no confían en mí: Bien por ellos!

No es ese el problema, lo sé bien. El problema es que mi Wells sigue acercándose a mí cada vez que cierro los ojos y cada vez me siento incapaz de alcanzarla; da igual lo alto que la llame, lo mucho que corra para llegar a ella; no importa lo profunda que sea mi desesperación ni lo rápido que las lágrimas quemen mi piel mientras grito su nombre; jamás puedo tocarla. Sus mejillas siguen siendo pétalos suaves sobre alabastro, su pelo una llama viva y sus ojos el escocés más añejado o el jerez más dulce. Veo sus labios moverse, rojos sin necesidad de artificios, prometiéndome, como siempre, el sabor del néctar en su boca, pero no puedo oír sus palabras.

Hace semanas que no duermo; semanas que he ocupado, día y noche, en tumbarme mirando al techo imaginando que vuelvo atrás en el tiempo y le digo a mi hembra que he llegado pronto del trabajo y que yo la acompañaré a solucionar el asunto de las manzanas para el festival... Ah, santa mierda! Si tan sólo hubiese regresado un par de horas antes, una hora, unos minutos antes que ese hijo de puta... Es absurdo cómo doscientos años pueden irse por la borda en un segundo, cómo trescientos años de luz pueden apagarse con un sólo disparo! Al final, y tras haber terminado la bandeja que mi hijo me dejó en la puerta, he acabado por dormirme; supongo que el cuerpo tiene un límite y el mío se ha hartado de que le toquen los cojones, así que ha tomado las riendas y me ha enviado de cabeza a divertilandia, al infierno Tohrmentiano, a mi Dhunhd particular. Creo que mi subconsciente ha llegado a interiorizar la idea de que, si consigo alcanzarla aunque sólo sea una vez, aunque tan sólo pueda tocar el borde de su vestido, o uno de sus rizos, si consigo que se detenga y me espere, podré salvarla. Pero nunca lo consigo, y mi shellan, mi hermosa shellan, la luz de mi vida, el corazón que late en mi pecho, se pierde en la niebla obligándome a correr tras ella, hasta que esta máquina maldita que late tras mis costillas, forzada al máximo, amenaza con matarme de un puto infarto... no tendré esa suerte; siempre me despierto gritando su nombre, con la cara mojada por las lágrimas que siguen saliendo de no sé qué maldita fábrica inagotable, y con las sábanas empapadas de un sudor que huele a fracaso y desesperación.

Froto mi rostro con las manos y respiro con la boca abierta, lentamente, resoplando en el silencio del cuarto como un caballo agotado que ha sido obligado a galopar toda la noche. Tengo que levantarme y ducharme, pero no me importa una mierda la cuestión higiénica, y menos aún la de la comodidad... quizás haya suerte y dormir sobre una cama mojada consiga matarme de una neumonía. Me quedo mirando la puerta durante un buen rato, el techo después, la mesilla de noche totalmente vacía, el cuarto decorado profusamente y tan distinto al que compartía con mi shellan; todo es frío, nada hay mío en esta estancia, tan sólo el cascarón vacío de mi cuerpo luchando por sobrevivir en contra de mis deseos. Tumbado boca arriba, con las sábanas enrolladas en mis tobillos, alzo mis manos a la altura de mis ojos. Son manos de guerrero, de Hermano, manos rudas que han manejado armas y herramientas con la misma facilidad, manos que iban a guiar a nuestro hijo y resultaron ser tan inútiles como soñar con traerlos de regreso... me incorporo de repente en la cama con un gemido angustiado: En mi pesadilla, Wells tiene el vientre liso, no hay en su vestido ninguna curva suave que indique que lleva a nuestro bebé... es mi castigo por no haberle amado como ella lo hizo? El no poder, ni siquiera, soñar con él? Joder! En mi desesperación he llegado a pensar que, si mi Wells hubiese muerto durante el parto, al menos habríamos tenido la oportunidad de salvar al bebé, a una parte suya que viviría para hacerla eterna e inmortal.

Oigo pasos al otro lado de la puerta; pronto John vendrá a hacerme su visita diaria;se sentará en la silla frente a mí, inmóvil, sus manos unidas y caídas entre sus rodillas, su mirada baja y su cabeza apuntando al suelo. El ritual nocturno en el que mi hijo espera a un padre que no consigue encontrar el valor para resucitar. Mi hijo ya es un macho adulto, un macho de valía y un guerrero por derecho propio, ya no me necesita, o al menos eso es lo que intento repetirme hasta que yo mismo pueda creerlo, porque de lo contrario tendría que ponerme de pie ante él y reconocer que soy un bastardo egoísta que le ha abandonado como otros hicieron antes. No me avergüenza la suciedad de mi cuerpo porque no me importa lo más mínimo lo que sea de mí, pero John no se merece la peste que me acompaña; me meto en la ducha y abro el agua caliente hasta que siento que puedo ponerme a hervir bajo los múltiples chorros. Al cabo de unos segundos, el vapor ha cubierto por completo los cristales de la mampara y sólo se distinguen siluetas desdibujadas al otro lado. De repente, una figura parece hacerse presente tras la superficie empañada... una figura delicada, etérea, un olor a violetas inunda el cubículo y abro la hoja con rapidez, pero no hay nada, no hay nadie... cierro de nuevo y de nuevo la vista me juega una mala pasada. Dejo que mis dedos resbalen lentamente volviendo transparente la puerta de la ducha; me apoyo contra la superficie de azulejos y dejo que el agua caiga con fuerza arrastrando una vez más las lágrimas más cobardes, las inútiles, las que no conseguirán traerlos de vuelta... dejo caer mi cabeza y mi espalda se desliza hasta quedar sentado bajo el agua que continúa cayendo... cuando llega mi hijo le brindo una imagen maravillosa: Un esqueleto patético y sollozante, repitiendo el nombre de sus muertos una y otra vez...


 



Me mata verle torturarse día tras día y noche tras noche... Es cierto que está algo más fuerte que cuando Lassiter lo trajo de vuelta, pero ni por asomo igual a cualquier macho de la raza. Su mente sigue ausente salvo cuando salimos a las calles, pero parece que sólo entonces su furia y su pena le hacen renacer con un sólo objetivo: Matar.

En el suelo encuentro la bandeja que ordené que le subieran. Al menos esta vez ha comido algo... Mi viaje al infierno empieza en cuanto atravieso la puerta de su cuarto. El olor a jabón que se filtra bajo la rendija del baño contrasta con el olor a sudor, lágrimas, pena y alcohol que inunda cada centímetro de la estancia. Vacía... ni una cosa de él que no sean sus ropas o sus botas de combate sucias tiradas por el suelo. En la mesilla una botella de Cuervo vacía y un vaso limpio a su lado.
Me siento en la cama y espero. Deben haber pasado 20 minutos y el ruido del agua al correr sigue repiqueteando en el lavabo. Respiro hondo y acerco mi frente a la puerta. Llamo una vez, dos, pero no hay respuesta y al entrar vuelvo a sorprenderme de su estado como si fuera la primera vez que lo veo. El que un día me recogió asustado y me llevó a su casa para cuidarme y educarme como un hijo yace en el suelo de la ducha; un amasijo de huesos y unos ojos sin vida, hinchados por el dolor... Cojo una toalla y abro las puertas correderas. Me arrodillo delante de él. Sé que detesta la compasión así que le tiendo la toalla y le ofrezco mi mano. Cuando alza su rostro para mirarme gesticulo sin poder evitar mostrar mi preocupación.

- “Padre... déjame ayudarte, por favor..."



 



Veo frente a mí al macho en que se ha convertido, al guerrero letal del que cualquier padre se sentiría orgulloso... y sólo puedo sentir vergüenza. La vergüenza de no haber estado ahí para él cuando atravesó el momento más importante de su vida; la vergüenza de haberlo abandonado, como todos hicieron antes, en el momento más triste. Mi propio dolor no justificaba la huída cobarde, la ausencia y este regreso que es más un fracaso que una llegada a casa. Su cuerpo, mucho más grande que el mío, ocupa casi todo el espacio frente a la mampara de la ducha. Me humilla verle de rodillas, dispuesto una vez más a tender su mano al macho que le ha fallado, dejándole en la estacada, demostrándole que toda su fortaleza era una jodida mentira. Tiendo mi mano, que a pesar de todo lo sucedido conserva el pulso firme como una roca, y le permito que me ayude a incorporarme; la toalla que me tiende envuelve mis caderas en un segundo para no seguir mostrando mi patética condición física, y en mi interior se fortalece la idea de volver a ser el que era, al menos en fuerza y tamaño. Miro sus manos hablando lenta, dolorosamente, y alzo mi vista para clavarla en la suya.

- No hay ayuda, hijo, no hay...

Mi voz se quiebra y me juro a mí mismo que será la última vez que me muestre así ante mi hijo. Observo el cuarto e intento verlo a través de sus ojos.

- Lamento todo esto- mi mano señala, en un ademán nervioso, el desorden y la suciedad- yo... no... llamaré a los doggens para que limpien.

Sé que no es lo que espera oir de su padre, pero creo que no tengo nada bueno para ofrecerle, al menos no todavía. Me siento sobre la cama dejando que la humedad resbale desde mi pelo, enfriando aún más mi piel insensible. Froto mi pecho con una mano, como si pudiese calmar el dolor fantasma que me ataca con fuerza.

- Sé que no hay excusa, John, ni pretendo que comprendas lo que siento... mierda! no se lo desearía a nadie, pero... puedes imaginar por un simple segundo lo que sería vivir sin tu shellan?

Veo el dolor en sus ojos; soy un hijo de puta por el simple hecho de plantearle esta posibilidad, por hacerle pensar en ello.

- Perdóname, hijo, no debería haber dicho eso... sé que tú también la perdiste.

Me levanto de la cama y me sitúo frente a él. Lanzo una mirada a su pecho amplio, a sus hombros rígidos, a su postura tensa, que indica el dolor que arrastra, al igual que yo, como una mortaja.

- Yo... joder! no sé cómo salir de esto, hijo, pero te juro que voy a intentarlo. Quizás... - la vacilación en mi voz le hace mirarme esperanzado como hace tiempo no le veía- quizás podríamos entrenar juntos. Estoy comiendo por dos, pero aún así me cuesta subir de peso.

No digo en voz alta lo que ambos sabemos, que el tomar de la vena me haría recuperar la masa muscular que he perdido y la fuerza que ya no recuerdo haber poseído alguna vez. Espero su reacción, la respuesta a mi oferta, aunque sé que no merezco su atención ni su ayuda.

- Lo intentaré, John, te lo juro. No quiero perderte también a ti.

16 mar 2012

4. Sueños rotos






Todo empezó en el bosque. Yo solía escaparme de casa y de las citas sociales de la glymera. Padre y madre, desde que pasé mi transición, se empeñaban en emparejarme con un macho acaudalado que reforzara su estatus y posición de leahdyre . Para evadirme, solía escaparme al bosque, a la intimidad que me ofrecían los árboles. Era joven y soñadora, y creía todavía en el amor. Sabía que entregarme a un macho como una mera transacción, no podía ser mi destino... Yo quería vivir aventuras, ser amada y deseada con pasión y formar una familia con alguien que suspirara por mí cada amanecer cuando regresara al hogar. Pero el destino me tenía preparada una jugada cruel...

Una noche él me estaba esperando en mi lugar secreto. Nada más llegar, sentí una extraña presencia... ese ser no era vampiro, ni humano... y de él emanaba una fuerza maligna. No me di cuenta de lo que era hasta que fue irremediablemente tarde. Sentí mi mente doblegada a su voluntad y entonces lo supe... sympath... la palabra prohibida... Una carcajada y una voz libidinosa invadieron mi cabeza. Él me llamaba por mi nombre una y otra vez en un hipnótico canto y yo... yo no pude resistirme a él...

Tomó mi mente alimentándose de ella: mis pensamientos, mis recuerdos, mis sentimientos, cada pequeño secreto escondido en mi cabeza, hasta que no quedó nada; ningún sueño, ninguna esperanza... Fue él quien mató mi cuerpo, mi alma y mi corazón.

De día me encadenaba con grilletes a la cama y me abandonaba entre esas cuatro paredes. Me dejaba sola, y era era en esos momentos, cuando no me acechaba su presencia, que volvía a ser dueña de mi mente. Entonces la desolación embargaba mi alma al saber que, bajo el sol, absolutamente nadie de mi especie iba a encontrarme allí... Pasaba esas horas aterrada, esperando el anochecer, cuando él volvería a por mí, y siempre lo hacía... Era cuando regresaba que provechaba para adueñarse de mí, cuando todavía podía aspirar de mi cuerpo y mi alma el miedo y la rabia. Cuando absorbía ese resquicio de esperanza que me albergaba al caer la noche, instantes antes de que llegara. Disfrutaba con ello, arrebatándome anochecer tras anochecer mis esperanzas, insuflando derrota y miedo... Le gustaba tomar mi cuerpo entonces, cuando todavía tenía fuerzas para resistirme, cuando luchaba y pataleaba atada a los grilletes de esa maldita cama. Me tomaba una y otra vez hasta que mi cuerpo y mi mente se rendían de nuevo. Hasta que me dejaba vacía de esperanza , incluso de miedo... cuando ya nada quedaba de mí, entonces me soltaba. En su presencia yo no era ya ningún peligro: ni mis colmillos ni la fuerza de mi raza podían servirme ante ese ser demoníaco que se alimentaba, de todas las formas posibles, de cualquier soplo de vida que habitara en mí...



21 sept 2011

3. Dhunhd- Infierno



 



*Estoy terminando, por fin, el papeleo y pronto podré reunirme con Wells. Ha estado tan ocupada últimamente con la preparación de las celebraciones del solsticio de invierno, que nunca más podré ver una manzana sin recordarla riendo en la cocina con Sarelle. John tampoco las olvidará, seguro, por la forma en que la miraba ayer. Creo que ha sido una buena elección, a mi hijo le ha gustado ella y a Sarelle le ha gustado él, no podía ser de otra manera. Estoy ya saliendo cuando Wrath aparece bloqueando la puerta *

-Hola, mi Señor, ya me iba ¿puedo hacer algo por tí o me dejarás pasar para evitar la ira de mi shellan? *Sonrío a mi rey pero él me mira solemne y mis hermanos le flanquean como si...*

-Wrath, no… mi señor, por favor, no ah… ah, Dios. No lo digas. No lo digas...!!!

*Mi pecho...duele, dioses, cómo duele! El vacío estalla en ondas de energía y todos los objetos del despacho se ponen en movimiento. Mi rey y amigo me mira en silencio, su rostro una máscara congelada en un gesto compasivo*

-NO! Joder, NO!!!! Esto no está pasando, no está sucediendo, NO, NO, NO, NO!

*Se equivocan, lo sé. Joder, les he enseñado a cotejar la información, no pueden venirme con una mierda como esta, no a mí, no mi Wells, no...no! no! no!no ! NO! Esto no es real, no lo es. No se puede respirar si lo has perdido todo, ¿verdad? No puedes andar si te arrancan el corazón, y yo sigo moviéndome, sigo luchando por meter algo de aire en mi pecho. Mi respiración agitada levanta vaharadas de vapor en la noche congelada, el coche de Wells sigue aquí,con sus cadenas recién colocadas, no quiero que nada amenace a mi shellan y a nuestro bebé. Entro gritando en la casa, buscándola, llamándola hasta que siento que las paredes se derrumbarán sobre mí... No sé cómo he llegado hasta aquí. Reconozco la casa. Es la de la madre de Bella, la shellan de mi hermano Z. ¿Qué está sucediendo? Joder, no puedo dejar de frotar mi pecho, me duele como el puto infierno, pero ahora todo lo que importa es encontrar a mi Wellsie. Se abre la puerta y por ella sale el medio sympath, el reverendo, que...me veo gritando, pero no sé cómo he llegado al suelo, ni por qué estoy de rodillas ni de dónde salen estos gemidos que cortan como cuchillas*

-DÁMELA! QUÍTALE TUS JODIDAS MANOS DE ENCIMA!!!

*Su pelo, su precioso pelo rojo se arrastra por la nieve y sólo puedo pensar en su vestido de ceremonia, el día de nuestro emparejamiento. ¿Qué jodidamente absurdo es todo esto? Está en mis brazos ahora y el hijo de puta se para frente a la puerta. Su cuerpo desmadejado se enfría bajo mis manos. Está tan hermosa como siempre, nada estropea su belleza perfecta*

 -No es nada, mi amor, no es nada, estaremos bien, el bebé estará bien!

*Acaricio su rostro sin ser consciente de que mis manos ensangrentadas dejan manchas carmesí en sus mejillas, en sus párpados cerrados. Alzo mi vista y el reverendo me observa solemne, serio, como si la compasión tuviese cabida en su alma de devorador de pecados*

 -No te atrevas a mirarla, Hijo de puta!

*Se aleja sin decir nada. Yo intento levantarme con Wells en mis brazos, pero no puedo hacerlo. Mis rodillas se vencen y caigo una y otra vez haciendo que su cuerpo golpee el suelo. Está fría... está tan fría! Me saco la chaqueta de cuero y la coloco sobre ella intentando regalarle el poco calor que mi cuerpo puede proporcionarle, pero no sirve de nada. Mis hermanos se acercan. No sé qué es sueño y qué es real. Vishous y Zsadist me flanquean e intentan arrancarla de mis brazos. Mi rey y señor se acuclilla frente a mí y ordena que se lleven a mi shellan, a mi hijo*

-No va a volver, Wrath, mi Señor... me la han robado! No ha sido el bebé, no ha sido un accidente, ME LA HAN ROBADO!

*Los sollozos sacuden mi cuerpo y lo rompen en mil pedazos que sé que no podré reconstruir. Miro a mi rey, miro a mis hermanos, miro su cuerpo, su cadáver. Pienso en los últimos ritos y sé que Wrath se encargará de ello. Nada me resta por hacer. Nada me queda, NADA!*

-Soy un guerrero, mi rey,  un soldado entrenado, un Hermano... soy su hellren y la dejé morir!!

*Despierto en mi cuerpo, en mi cuarto, sollozando y gimiendo en voz alta. Intento tomar aliento pero mi pecho no se expande y siento que me estoy ahogando.Veo a mi hijo llorando abrazado a mí ,mi hijo ,que no puede gritar llamando a su madre. Mi hijo, John, que nos ha perdido a los dos*

- WELLSIE!!

*Caigo al suelo de rodillas y me encojo hecho un tembloroso ovillo. En un horrible bucle que no soy capaz de romper, comprendo que todo comienza de nuevo. Mi rey aparece frente a mí, flanqueado por mis hermanos.. .no puedo pasar de nuevo por esto. No puedo!!!


17 sept 2011

2. Un futuro para un pasado






















Hace 300 años, me secuestraron y me robaron la fe y la seguridad en mí misma... He estado muerta desde entonces...

Fue él quien me salvó de aquello y ha sido él quien me ha salvado ahora... quien ha creído en mí, quien me ha dado la mano y la seguridad para volver a caminar entre los vivos, para volver a sentir, a ver, a oler, a reír, a llorar, a amar... pero sobretodo a confiar... a confiar en que la vida es algo más que sufrimiento, a confiar de nuevo en los demás, en él, en mí...
Él me devolvió la vida, a mi hija y me entregó su corazón cuando todavía estaba roto... A su lado he aprendido de nuevo a caminar y juntos hemos aprendido a amar...

A quien le interese, soy Serea, el nombre que él me ha dado, madre de Xhexania y shellan del hermano Tohrment, y ésta es nuestra historia...

15 sept 2011

1. Un final y un principio






Lo que sucedió no es algo que pudiésemos  haber previsto ninguno de los dos. Apenas han pasado dos años desde que mi amada Shellan, Wellesandra, fue asesinada junto con mi hijo nonato. El dolor me venció y deseé la muerte. Ni mi hijo John, solo una vez más, ni la lealtad a mi rey, que me había otorgado el honor de dirigir la Hermandad de la Daga Negra,  ni el amor de mis hermanos fueron suficientes para obligarme a asirme a una vida que no la incluía. Pero llegó ella, mi sirena, Serea, como yo la llamé porque me negaba a llamarla por el nombre que le fue dado: No'One, y todo se complicó. No voy a decir que el camino ha sido fácil, pero ha valido la pena  cada paso. Quizás no sea de interés para nadie, pero siento que tengo que escribirlo, reflejar lo sucedido y dejar constancia de mi agradecimiento a mi Wells, a la Virgen Escriba y a mi shellan, No'One, Serea, sirena... mi mundo, mi vida. Mi nombre es Tohrment, hijo de sangre de Hharm, hijo de adopción de Darius, amante viudo de Wellesandra, amante hellren de Serea No'one, y esta es nuestra historia.